Hay historias ocultas que nos cuesta escuchar.
Las historias de muertes de bebés son de esas.
Lo que no se dice no existe.
La muerte no se cuenta, no se ve, no se comparte… Es tan difícil sostener la muerte cuando se espera recibir la vida.
Pero sus historias son lo único que nos queda, sus historias los mantienen con vida.
Sus historias les honran.

Cuando las mujeres nos unimos a contar sus historias, nuestra historia, se produce una conexión.
Una conexión de vida.
Una unión ayudadora.
Tejer estos hilos de ayuda nos da, les da, una identidad que la sociedad no reconoce.

Tejer estos hilos, de mujer a mujer, acompañadas por nuestra emoción e integrando cada sentir…
Nos devuelve a la vida.
Nos recuerda la vida.

Pertenecemos.

Tres historias.
Tres mujeres.
Tres bebés.

Una vida.